miércoles, enero 10, 2007

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La colonia Americana, barbarie y destrucción
Luis Antonio Martínez Peña


La Colonia Americana se ubica en Los Mochis y se compone de un conjunto habitacional perteneciente al ingenio azucarero de aquella centenaria ciudad. Se le llama Colonia Americana porque ahí vivieron personas de esa nacionalidad que vinieron a trabajar al ingenio. La historia de Los Mochis y el ingenio azucarero es una sola, la primera surge con el impulso de la industria azucarera en el valle de El Fuerte.

Los Mochis cuenta con cien años y los cumple un poquito después que el ingenio. Hace unos cuatro años los acaban de festejar con encuentros culturales y de rememoración histórica de una ciudad que luce como nueva, moderna y progresista, con una traza urbana destinada al futuro. Pero que ya tiene en su memoria un conjunto de referentes de identidad que se deben conservar a pesar de los afanes megadesarrollistas que se apoderan de nuestras ciudades.La Colonia Americana tiene en su haber características arquitectónicas únicas y contiene jardines y parques que son un deleite para quien los conoce. Los mochitenses en su gran mayoría ven en ese conjunto habitacional una seña de identidad, un rasgo que hace diferente a Los Mochis en relación a otras ciudades mexicanas.

Sin embargo, este no es el punto de vista de la compañía azucarera, propietaria del ingenio y de los terrenos donde se encuentra el conjunto habitacional. Su punto de vista es mucho más prosaico y tiene que ver con la realidad que se está viviendo en la mayoría de las ciudades de México.En el mercado inmobiliario, el terreno de la Colonia Americana tiene un inmenso valor y parece que se encuentra destinado a la construcción de un centro comercial.

Ante el poder del dinero, el romanticismo de las tradiciones y las señas de identidad comunitaria no son más que sentimentalismo puro, y eso a ellos les vale un cacahuate. Tan es así que en la madrugada del sábado 30 de diciembre, maquinaria pesada propiedad de la empresa azucarera hizo acto de arrasadora presencia para poner por los suelos, o al menos dañar de manera significativa, a veinte de las fincas. Seis máquinas fueron utilizadas para este fin y desde distintos frentes avanzaron destructivamente.Alguien tuvo que dar el pitazo para que las autoridades municipales se dieran cuenta del atropello y actuaron a través del encargado de obras públicas y del departamento jurídico de la presidencia del Ayuntamiento encabezada por el señor Policarpo Infante Fierro, quien asegura no haber concedido permiso de destrucción y construcción alguno.

Cabe señalar que después de muchos años, apenas en fechas recientes y con motivo de los festejos del centenario de fundación de la ciudad, un grupo de ciudadanos había atraído la atención de los regidores para que aprobaran la declaración de patrimonio histórico cultural sobre el predio y las fincas, con el ánimo de que la protección municipal hiciera efectiva la preservación.

Los regidores lo votaron de manera positiva y sólo faltaba que apareciera publicada en el diario oficial. Después de que las autoridades frenaron la demolición de la madrugada del 30, la empresa azucarera continúa dañando las fincas y alega a su favor el hecho de que tales viviendas y predio son propiedad privada y que ya están destinadas para el uso comercial.

Por lo pronto las antiguas oficinas de la empresa y el edificio conocido como La Varsovia, mismo que se reconoce como el primer hotel donde se albergaban empleados recién llegados y solteros, ya sufrió los rigores del arrasamiento.

Allá en Los Mochis un grupo de ciudadanos, artistas e intelectuales han iniciado un plantón en lucha por la defensa del patrimonio cultural, manifestándose a través de asambleas informativas, conciertos musicales y exposiciones de pintura. Nuestros amigos cronistas e historiadores de aquella región nos hicieron llegar un mensaje electrónico solicitando el apoyo a su causa que finalmente es una buena causa de todos los sinaloenses.

* Luis Antonio Martínez Peña es catedrático de la UAS, doctorado en historia y ex presidente de La Crónica de Sinaloa.

FUENTE: NOROESTE

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