domingo, marzo 11, 2007

RECUERDOS DE UN PASADO QUE NO VOLVERÁ


Doña Crescencia, 90 años y más dignidad que muchas autoridades.

Doña Chencha recuerda su vida en la Americana

Anécdotas de doña "Chencha", de 90 años de edad, sobre la Colonia Americana de Los Mochis...

Enrique Corral

Con un brillo de luz en sus pequeños ojos que delatan haber sido de un vivo color en su juventud, doña Crescencia nos comenta las historias que recuerda vivió en la emblemática Colonia Americana hace ochenta y tantos años; y que ahora sucumbe ante la voracidad de los poderosos empresarios y la impasibilidad de autoridades y ciudadanía, que parecen resignarse a seguir perdiendo ladrillo por ladrillo este bello corazón histórico de Los Mochis y la región del valle del Fuerte, aun violando leyes, decretos y reglamentos que protegen dicho patrimonio.

Con un dejo de nostalgia, coraje, tristeza y ganas de llorar, doña "Chencha" nos cuenta que su papá, Manuel Valenzuela, trabajó en las calderas mientras que su madre, Jesús Márquez, lavaba, planchaba y asistía a los extranjeros empleados de mister Johnston, que vivían en la colonia americana.

Y en ese mundo que evoca, a más de ochenta y tantos años sin venir a la colonia, la anciana se enoja por la barbarie cometida.

Para doña Crescencia Valenzuela viuda de Araujo, a quien sus más de 90 años le impiden oír y caminar bien, no ha sido obstáculo para acudir a la ciudad de Los Mochis desde el Ejido Mochis, donde actualmente vive, a estampar su firma de apoyo al rescate de la Colonia Americana, donde de niña jugó y correteó a lado de sus hermanos y amigos, cuando acompañaban a sus padres a la labor en la Sugar Company de míster Johnston, y en las bellas casas donde vivían los gringos empleados de la factoría.

Con bastón en mano para apoyarse y caminar segura, acompañada de sus nietos y bisnietos, doña Crescencia recorrió la banqueta de la Colonia Americana lamentándose por el daño que le han causado a las fincas.
Apoyándose de un audífono especial para amplificar la voz y poder escuchar mejor, la longeva mujer conversó con los integrantes del Frente Ciudadano de Defensa del Patrimonio Histórico Cultural y Ecológico de Ahome instalados en las afueras de lo que queda de la colonia americana.

"Cuando yo venía acá, estaba muy chica y no ponía mucha atención de las cosas. Mi papá trabajaba en las calderas, ahí se hizo viejo, enfermó y murió en su trabajo.

"Yo venía porque mi mamá les lavaba y les planchaba a los que trabajaban aquí, y me mandaba a dejar o a recoger la ropa. Yo entraba con otra compañera, otra chamaca, y jugábamos mucho en una casa grande, de dos pisos que estaba allá...

¿Aquí estará todavía? pregunta doña Crescencia con la mano sobre la frente a manera de "tapasol" para poder vislumbrar lo que ha quedado de ese histórico y bello lugar demolido por la ambición de unos cuantos extraños a Los Mochis, que han venido a la localidad a sacar provecho.
Nos cuenta que en la casa grande (seguramente habría sido lo que se conoce como el edificio "Varsovia"), que subían y bajaban por las escaleras.

"Jugábamos mucho en las escaleras cuando veníamos: había un gran jardín, muy bonito, con muchas flores que nosotros cortábamos aunque se enojaran los gringos y mi mamá...Las cortábamos y corríamos", confiesa doña Crescencia con una sonrisa y alegría que ilumina su rostro marcado por los años.
Dice no recordar el idioma que hablaban los extranjeros ya que ella y sus amigas nunca se entendieron con ellos, sino que sólo iban cuando su mamá las mandaba a llevar o recoger la ropa.

"No sabía si hablaban inglés o español. Nosotros nada más jugábamos. Sí había cerco pero podíamos entrar y salir a jugar", recuerda la lúcida mujer, quien se lamenta que por su edad ya no había podido venir a ver la colonia.
"Pero ahora que sucedió esta barbaridad, y que me dijeron que estaban aquí unas personas protestando para defender la colonia, les pedí a mis nietos que me trajeran a firmar y a ver cómo quedó.
"Me dijeron, pero yo hacía mucho que no miraba todo esto, porque no puedo venir del ejido (Mochis)... pero antes aquí me llevaba todo el día allá adentro. Muy bonito estaba todas estas casitas, con muy bonitos jardines donde cortábamos las flores".

Aunque no oye ni camina bien, doña Crescencia cuenta con una lucidez envidiable sus anécdotas y vivencias de hace más de 80 años en este lugar; y con voz fuerte y clara reclama la barbaridad que se está cometiendo.
"Yo me enojé y renegué porque se había hecho esto; porque tan bonito que estaba y ahora que estoy viendo cómo quedó me puede mucho.

"Qué tristeza que haya pasado todo esto, y pues quién sabe cómo estará la cosa", nos dice con un dejo de nostalgia e impotencia doña Crescencia, quien sin saber qué pasará, recorre, tal vez por ultima vez, desde la banqueta, lo que queda de la antigua Colonia Americana, donde de niña contempló el nacimiento y desarrollo de esta próspera ciudad de Los Mochis que se ve amenazada nuevamente por la indolencia de unos cuantos ambiciosos empresarios que parecen no conocer más que las bondades de la moderna mercadotecnia y el comercio.

periodismotrascendente123@yahoo.com.mx

FUENTE: NOROESTE

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